"Esta vez, han sido más directos: “usted no está autorizada a viajar”, me dijo una señora bajita -casi amable-, vestida de verde olivo. Mi trámite para obtener el permiso de salida concluyó sin muchas dilaciones y con la misma respuesta negativa. Le exigí a la funcionaria que me diera una explicación, pero ella sólo era el muro de contención entre mis exigencias y sus ocultos jefes."
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